En toda España se
rechaza el Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE tanto por su contenido
como por la manera en la que se está realizando, de espaldas a la ciudadanía y
a sus representantes políticos en los distintos parlamentos nacionales e
internacionales.
Imaginemos que los comedores escolares pertenecieran a
firmas como Coca-Cola o McDonald’s, esto sería un buen ejemplo de lo que
pasaría si el TTIP se llevara cabo, en otras palabras, se trata de “liberalizar”
todas las actividades de servicios, desde la salud hasta la educación,
eliminando toda norma que pudiera ser un “obstáculo” para esa privatización. Su
aplicación significaría el fin de los servicios públicos tal como se los conoce
en la mayoría de los países de Europa y la precariedad absoluta de trabajadoras
y trabajadores.
Bajo la apariencia de un tratado
de libre comercio, que pretenden justificar argumentando que se trataría de una
serie de acuerdos para facilitar el comercio entre Estados Unidos y la Unión
Europea, se esconde una arma de gran calibre que atenta contra la soberanía
popular. Hay que recordar que los aranceles en el comercio entre ambas partes
ya son mínimos y que no sería, por tanto, este el motivo de la necesidad de un
nuevo convenio. Lo que esconde el TTIP va mucho más allá. Se trata, en
realidad, de un chantaje oculto de la oligarquía de ambos lados del Atlántico a
la soberanía de los pueblos.
El tratado establece que, para
eliminar esas supuestas “barreras” entre EEUU y la UE, se creará un organismo
no electo llamado Consejo de Cooperación Regulatoria con la función de
armonizar las regulaciones que afectan a las multinacionales, es decir, igualar
las legislaciones de cada estado miembro a la baja para facilitar así el
negocio de las grandes multinacionales.
El capitalismo persigue el
beneficio, éste es su objetivo principal. Por ello necesita crecer
continuamente y obtener más beneficio. Se ha extendido por todo el globo y por
todos los ámbitos del planeta, convirtiendo en negocio todos los aspectos de la
vida. Pero quedaban los servicios sociales que proporciona el Estado. Para el
capital financiero lo público, lo común, representa el último gran mercado, un
fabuloso tesoro al que no está dispuesto a renunciar. Esto pondría en peligro nuestra
legislación en materia medioambiental, de seguridad alimentaria, de educación e
incluso laboral.
Especial referencia puede hacerse
a dos objetivos principales del TTIP: ejecutar la agenda de las multinacionales
de la farmacia y de la inversión privada en el sector salud. En ambos casos se
trata de disminuir el papel público en sectores que manejan cientos de millones
de euros al año en la UE, de forma que el capital privado pueda hacer buenos y
blindados negocios: a) mediante una mayor permisividad en la aprobación de
productos de uso sanitario, mayor opacidad en los efectos de los mismos,
patentes de duración más larga, limitación de genéricos y de la capacidad de
los estados para fijar precios son algunas de las estrategias del TTIP para beneficio
de las multinacionales. b) sustituyendo con el sector privado al estado en la
prestación de servicios públicos (como la sanidad) y no hablamos de futuro sino
de nuestro presente más inmediato presente, Madrid es un ejemplo de por dónde
van las cosas; el TTIP jugaría, en el caso de las privatizaciones ya
realizadas, el papel de garantía de no vuelta atrás

No hay comentarios:
Publicar un comentario